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Elena Anaya en un encuentro íntimo con la afiliación de la Unión de Actores y Actrices

La actriz Elena Anaya en un Cara a cara junto a la afiliación de Actores y Actrices

El pasado 18 de octubre, la actriz española Elena Anaya compartió un encuentro íntimo y cercano con la afiliación de la Unión de Actores y Actrices en una nueva edición del programa Cara a cara.

Junto a la compañía de Nacho Guerreros, secretario de Comunicación y Cultura de la Unión de Actores y Actrices, los afiliados de la Unión compartieron una charla emotiva, inspiradora y muy cercana junto a la actriz española, a la que trasladaron sus inquietudes, preguntas y reflexiones sobre la profesión.

Llevo treinta años haciendo cine, me ha pasado de todo en este tiempo”. Desde su experiencia en rodajes con Woody Allen como director; hasta la mentira que le llevó a ser seleccionada en su primer casting, “en mi primer casting cometí una mentira muy grande, (…) era el casting de mi vida, tenía todo preparado y tenía que mentir”; pasando por experiencias en rodajes de largometrajes como La piel que habito, de Pedro Almodóvar, por la que ganó el Goya a la Mejor interpretación femenina protagonista en 2011.

“«No voy a decir que no a un proyecto», les dije. A lo que ellos me respondieron «es que tú no eres actriz». «Pero lo seré. Me da igual, lo seré, aprenderé en la escuela y aprenderé trabajando»”. Así comenzaba Elena Anaya a contar su andadura en esta profesión, unos comienzos complicados en los que compaginaba difícilmente sus estudios en la RESAD con diversos trabajos que eran indispensables para mantenerse económicamente.

Pronto, la actriz empezó a trabajar en la película Familia, 1996, de Fernando León Aranoa, lo que le llevó a suspender temporalmente su formación académica, la cual recuperó un tiempo más tarde en la escuela de Juan Carlos Corazza. “Me parece que hay que formarse para todo, y que la formación es maravillosa”, resalta la actriz. A la educación, sumó también la importancia de las emociones y las vivencias personales para desarrollarse como intérprete, “todo lo que te puedas apoyar en tu vida personal, te ayudará siempre a entrar y crear los personajes”.

Muy crítica con su propio trabajo, Anaya contó: “no puedo ver mis trabajos, me horrorizo”. Sin embargo, Belén, su personaje en Lucía y el sexo (2001), película de Julio Medem, “me hizo volar como actriz y me dejó como aprendizaje el no volver a ponerme la zancadilla en mi camino”, “a pesar de la facultad de ese papel, fue tan fácil hacerlo…”.

Asimismo, la actriz puso en valor el criterio personal de los artistas, defendiendo la voz de los actores dentro de la industria cultural, “hay veces que hay que decir que no, parar situaciones, aunque no te vuelvan a llamar. Es muy duro lo que digo, pero es necesario, por tu bien”.

Por otro lado, Elena Anaya no dejó de aludir a la dificultad que implica ser actriz y madre a la vez, en un presente en el que lo profesional y lo personal a veces es difícil de equilibrar, “la preparación y la conciliación familiar es algo de ciencia ficción”.

Muchas más reflexiones, enseñanzas, risas y tragedias compartió la actriz con los afiliados, quienes escucharon conmovidos y entregados las historias, pudiendo trasladarle sus propias inquietudes, preocupaciones y vivencias.

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